No puedo enfrentarme a ti, a los años de tu
ausencia y a tu gran indiferencia.
Evidentemente no te he perdonado.
No puedo acercarme ahora a ti, aunque sé que por desgracia pueden ser los
últimos momentos que se me permita hacerlo.
No puedo
después de tantos años, ver tu desfigurada imagen, debe ser que prefiero imaginarte fuerte, arrogante, cabezota ( bueno esto último lo serás siempre) para así no sentirme tan culpable.
Debería ir a verte, lo sé. Pero no estoy preparada para perdonarte. Han habido muchas cosas, muchas
lágrimas de odio por tu gran
indiferencia, por tu abandono. Porque la persona que supuestamente me
debía querer más que nadie en el mundo, la persona que
debía ser modelo me
había abandonado y a su paso solo
había dejado una camino de mentiras. Al principio no
entendía nada, era demasiado pequeña... Pero conforme fui entendido, menos
entendía nada.
Pero te quiero, es biología supongo. Ahora mismo mi vida se divide por la mitad, ente los momentos que pase contigo y los momentos de soledad. Era demasiado pequeña y por ello la soledad te toma ventaja. Pero tengo mil cosas que agradecerte y
todavía recuerdo momentos maravillosos. No puedo evitar que mi corazón se comprima al acordarme de la admiración que
sentía al verte frente al piano, mientas nos enseñabas el amor por la
música; gracias por ello.
De tus excursiones, siempre con ese
afán aventurero que nos trasmitiste; gracias también.
Joder que bien sienta escribir...