Javier era su nombre;
él sonreía por todo,
y lloraba solamente si
pena era de verdad.
Él me enseñó a quererme.
Y a valorar el momento,
pues el presente pasa
y no se puede recuperar.
Le amé cuando no debía,
cuando el tren ya había pasado,
cuando la flor ya marchitó.
Pero he aprendido de esto...
A expresar mis sentimientos y no guardarlos sin mas.
Pues lo que no intentas, no lo conseguirás.
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