Tu fumabas un cigarrillo después de cada polvo, te levantabas y mirabas un minuto por la ventana.
Luego te sentabas en aquella vieja silla y me observabas.
Yo aún estaba desnuda y tendida en aquella cama.
Yo aún estaba desnuda y tendida en aquella cama.
Nos quedábamos mirándonos sin decir nada,
nuestras miradas y sonrisas decían todo,lo que a nosotros no nos gustaba decir con palabras.
nuestras miradas y sonrisas decían todo,lo que a nosotros no nos gustaba decir con palabras.
¿Que merecía ser dicho en aquellos momentos?
No encontrábamos explicación a lo que hacíamos allí, en aquella habitación.
No era mi lugar, ni el suyo. No era donde debíamos estar, ni con quien debíamos estar.
Pero aun así, ahí estábamos.
Mirándonos, fascinados por la persona que teníamos delante.
Por la complicidad de nuestras sonrisas y miradas.
Por la perfecta conexión que formaban nuestros cuerpos, que parecían dos piezas de un puzzle destinadas a encontrase.
No encontrábamos explicación a lo que hacíamos allí, en aquella habitación.
No era mi lugar, ni el suyo. No era donde debíamos estar, ni con quien debíamos estar.
Pero aun así, ahí estábamos.
Mirándonos, fascinados por la persona que teníamos delante.
Por la complicidad de nuestras sonrisas y miradas.
Por la perfecta conexión que formaban nuestros cuerpos, que parecían dos piezas de un puzzle destinadas a encontrase.
No sabíamos lo poco que duraría.
Ni el precio que pagaríamos ,por aquellos deliciosos momentos.
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