El calor era insoportable en aquella casa en el
mes de Julio. Además el día en la
oficina había sido horrible así que decidí tomarme una ducha, de esas que te hacen olvidar
todo. Me gusta ducharme con agua muy caliente, incluso en verano.
Recuerdo perfectamente mientras me evadía de la rutina bajo el agua, el sonido de la puerta, era él, su presencia se había apoderado de toda la habitación. Así como el sonido de un cinturón desabrochado y unos vaqueros en el suelo.
El recuerdo de tu mirada al entrar en aquella ducha todavía consigue mojarme las braguitas. Y consigo evocar esa sonrisa picara y a mi mordiéndome mis labios aguantándome las ganas de besarte...
El agua caliente estaba fría en comparación con nuestros cuerpos desnudos.
Me agarraste de los hombros y me atrajiste hacia ti, nuestras miradas se fundieron, nuestras bocas se buscaron.
Aun puedo sentir tus besos, esos besos que comenzaban suaves pero conforme aumento nuestro deseo se hacían cada vez más profundos y juguetones.
Recuerdo esas manos que sabían como y donde debían acariciarme, esas manos que bajo mil gotas subían y bajaban. Recorrían cada milímetro de mi piel, como el agua, pasaban por mi cara, mi cuello, mi pecho, hasta llegar a mis caderas y perderse en ellas.
Me encanto que me hicieras tuya entre aquellas mil gotas
Recuerdo perfectamente mientras me evadía de la rutina bajo el agua, el sonido de la puerta, era él, su presencia se había apoderado de toda la habitación. Así como el sonido de un cinturón desabrochado y unos vaqueros en el suelo.
El recuerdo de tu mirada al entrar en aquella ducha todavía consigue mojarme las braguitas. Y consigo evocar esa sonrisa picara y a mi mordiéndome mis labios aguantándome las ganas de besarte...
El agua caliente estaba fría en comparación con nuestros cuerpos desnudos.
Me agarraste de los hombros y me atrajiste hacia ti, nuestras miradas se fundieron, nuestras bocas se buscaron.
Aun puedo sentir tus besos, esos besos que comenzaban suaves pero conforme aumento nuestro deseo se hacían cada vez más profundos y juguetones.
Recuerdo esas manos que sabían como y donde debían acariciarme, esas manos que bajo mil gotas subían y bajaban. Recorrían cada milímetro de mi piel, como el agua, pasaban por mi cara, mi cuello, mi pecho, hasta llegar a mis caderas y perderse en ellas.
Me encanto que me hicieras tuya entre aquellas mil gotas
1 comentario:
Tal y como lo relatas pocas cosas son comparables a una ducha compartida.
Besos
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